Cybersyn tiene mucho que enseñarnos hoy

Evgeny Morozov sostiene que una parte importante del legado de Salvador Allende consiste en mostrar al mundo un camino hacia la tecnología democrática.

Cybersyn tiene mucho que enseñarnos hoy

Autor: El Ciudadano México

El 9 de septiembre de 2023, Evgeny Morozov intervino en un acto celebrado en Santiago para conmemorar el 50 aniversario del golpe de Estado contra el gobierno de Salvador Allende. A continuación, su discurso sobre el ambicioso Proyecto Cybersyn del gobierno de Allende para gestionar las empresas nacionalizadas mediante ordenadores y télex.

Mi perspectiva sobre el legado de Allende se deriva principalmente de los dos años de investigación que he realizado para mi podcast titulado The Santiago Boys. Este podcast fue un intento de utilizar el Proyecto Cybersyn -el esfuerzo de Allende por gestionar las empresas nacionalizadas utilizando computadoras y télex- como punto de entrada de una historia mucho más grande. Esa historia era la de un gobierno democrático y socialista que aborda la cuestión de la soberanía tecnológica. 

Así que mientras otros hablarán de la importancia de los esfuerzos de Allende por restaurar la soberanía económica y política, no deberíamos olvidar que, al menos a la luz de los retos actuales y del creciente poder de las grandes tecnológicas, los intento de su gobierno por construir un orden mundial tecnológico diferente también tienen mucho que enseñarnos. Si su proyecto hubiera funcionado sin ingenerencias, probablemente no estaríamos atrapados en el problema político que a día de hoy representa Silicon Valley. 

Los esfuerzos tecnológicos de Allende adoptaron muchas formas. A escala mundial, el gobierno se esforzó por dirigir a los demás miembros del Pacto Andino hacia una acción conjunta contra las multinacionales, incluso presionándolas para que compartieran la propiedad intelectual. Sólo seis semanas antes del golpe, Orlando Letelier, entonces ministro de Asuntos Exteriores de Allende, llegó a proponer la idea de crear una institución internacional similar al Fondo Monetario Internacional, pero para la tecnología y con los intereses del Sur Global en el centro. Como dijo Allende en una famosa entrevista que concedió al diario italiano La Stampa, «tenemos derecho a buscar nuestras propias soluciones». Esta institución internacional debía dar sentido al derecho que reclamaba el presidente. 

La lucha de Allende por la soberanía tecnológica también implicó el audaz y arriesgado esfuerzo de nacionalizar la ITT, el gigante tecnológico de su época. Ello colocó a la empresa en contra de Allende, que movilizó sus conexiones en Washington para impedir su victoria y, más tarde, hacer todo lo posible para debilitarlo políticamente. En lugar de que el poder estuviera en manos de una empresa como ITT, dirigida por directivos que responden a los intereses de los accionistas de EE.UU., Allende quería dar más poder a sus trabajadores e ingenieros, dejándoles tomar parte en la dirección estratégica de una empresa tan fundamental para el desarrollo económico de Chile. 

Durante su mandato, muchos proyectos tecnológicos iniciados bajo el anterior gobierno de Frei Montalva se radicalizaron. El más interesante de ellos fue Intec, una institución que pretendía movilizar el poder de científicos, ingenieros y diseñadores para aumentar la competencia técnica de las empresas estatales chilenas y sus ministerios, reduciendo la dependencia procedente de la tecnología extranjera. Esto revela otra dimensión importante del legado de Allende: el hecho de que gran parte de su pensamiento sobre la tecnología estuvo moldeado por la teoría de la dependencia, el único marco que permite ver las dimensiones geopolíticas y geoeconómicas de lo que, por lo demás, suele presentarse como un proceso políticamente neutral de la innovación. 

La más famosa de las iniciativas de Intec fue el Proyecto Cybersyn, cuya muestra reconstruida de la Sala de Operaciones se expone esta semana en Santiago. Fue un esfuerzo audaz para construir el software con el que impulsar el programa de nacionalización de la Unidad Popular: apoyándose en computadoras y télex, aportaba estabilidad a una economía que estaba siendo desestabilizada desde dentro y desde fuera por todo tipo de enemigos, desde la ITT a la CIA, pasando por Patria y Libertad. Que un proyecto de esta envergadura y sofisticación pudiera construirse en un país que se enfrentaba a un embargo invisible es testimonio de lo que se perdió cuando el golpe puso fin a la Unidad Popular. 

La realización de esa visión original que Santiago mostró al mundo en su día sin duda requeriría en la actualidad de programas informáticos más novedosos y avanzados. Sin embargo, los fundamentos del planteamiento -la idea de que la tecnología es “geopolítica por otros medios”; que el progreso tecnológico no es garantía de progreso social y económico; y que el poder es lo que permite a algunos países innovar y condena a otros al estancamiento- siguen siendo muy pertinentes en nuestro propio mundo de Big Tech.

Por supuesto, Allende no era un mago de la tecnología. De hecho, cometió muchos errores tecnológicos, e incluso llegó a invitar a la ITT a que comprobara si había errores en los dispositivos que tenía en su oficina. Sin embargo, fue bajo su liderazgo cuando un país latinoamericano que no tenía mucha influencia aplicó sistemáticamente una política tecnológica informada sobre criterios geopolíticos y no se privó de enfrentarse a los poderosos actores corporativos.

Fue esta audaz postura -combinada con un marco intelectualmente dinámico facilitado por la teoría de la dependencia- lo que convirtió la desaparición de Allende en una tragedia. El golpe de 1973 no sólo privó a Chile de su preciada democracia, sino que también nos privó de un mundo en el que los países pudieran hacer frente a las empresas poderosas, defender su propia soberanía tecnológica y aprovechar la innovación para construir un mundo más igualitario y justo. 

Lo que obtuvimos en su lugar fue un mundo dirigido por media docena de ITT, todas legitimadas por la noción de que la innovación es una cuestión de ideas e ideales, no de meras relaciones de poder y fuerza militar. A pesar de todos sus defectos, Allende, que ganó las elecciones chilenas luchando contra la oposición tanto de la ITT como de la CIA, sabía que la innovación en el mundo real no era en absoluto de ese modo. Por eso, a pesar de todas sus contribuciones al socialismo democrático, su mayor legado puede ser haber movilizado a la Escuela de Santiago, mostrándole al mundo el camino hacia la tecnología democrática.

Autor: Evgeny Morozov

Foto: Wire

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