Lxs estudiantes no inventamos los campamentos, los heredamos

La intifada estudiantil toma su convicción de la resistencia palestina y anticolonial.

Lxs estudiantes no inventamos los campamentos, los heredamos

Autor: El Ciudadano México

Incluso cuando la policía estatal y las autoridades universitarias intentan acabar con los campamentos estudiantiles, lxs estudiantes se inspiran en la resistencia palestina y anticolonial y en la poesía, permaneciendo firmes, con la mirada puesta en Rafah.

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Todo es una distracción

La fanfarria sobre agitadores externos, sobre cuántos estudiantes participaron (o no), si se encendieron bengalas (o no), si la libertad de expresión fue infringida (o no) y la de quiénes, sobre qué administradores dijeron qué, y cuándo, y cómo…

Todo es una distracción

Del hecho de que Israel esté bombardeando tiendas de campaña en las zonas más pobladas de Rafah, una zona del tamaño de Newark en la que se han visto obligadas a vivir 1,4 millones de personas.

De que Israel haya sellado la frontera con Egipto, cortando la ayuda vital mientras extiende su política de hambruna masiva.

De que el cielo de Gaza esté de nuevo lleno de folletos, que brillan como confeti mientras se dirigen en espiral hacia la Tierra con su mensaje de muerte.

De que se hayan recuperado 520 cadáveres de fosas comunes a las afueras de los hospitales Al Shifa, Nasser y Kamal Adwan, cadáveres esposados con cintillos plásticos y vestidos con batas de hospital, cadáveres torturados, cadáveres decapitados.

De que quienes tenemos amigxs o familiares en Rafah estemos recibiendo mensajes como este, enviado a unx camarada ayer: “Si la conexión se pierde y parezco estar desconectadx durante un período prolongado, por favor, sepan que puede que haya partido, y que lo peor puede haber ocurrido. Pero no se preocupen, mis queridxs amigxs. En este mundo injusto, encontraremos consuelo en el cielo, donde descansaremos eternamente».

Todo es una distracción.

Lxs estudiantes lo sabemos

Lxs estudiantes lo sabemos, y esto es lo que nos convierte en una amenaza. Sus herramientas de intimidación no pueden funcionar en nuestra contra mientras sigamos centrándonos en Gaza. Vea el intercambio siguiente entre una reportera y un manifestante estudiantil de la Universidad de Chicago:

¿Eres estudiante?

Sí, soy estudiante de doctorado.

¿Alguna disciplina?

De nuevo, me da igual, no importa. Hay cosas que importan más que mi futuro académico. Y ciertamente cada uno de esos niñxs, que mueren de hambre, que sufren mutilaciones o asesinato, cuyos padres están teniendo que elegir cuál dejar morir de hambre primero. Esta es una realidad tan fea, de una magnitud tan grande que realmente pensar, incluso plantearse, preguntas como «Oh, ¿qué podría pasar si Paul me da una licencia sin sueldo?» es ridículo e insultante, para la memoria de cada niñx que ha sido asesinadx en el curso de este genocidio, con la total complicidad de los Estados Unidos, de Joe Biden y de personas como Paul Alivisatos, y sus policías, a lxs que nos echa encima en medio de la noche».

«El mundo no me la puede quitar»: aprender de la resistencia palestina

El mismo día en que el presidente Vincent Boudreau desató la brutalidad del Grupo de Respuesta Estratégica (SRG, por sus siglas en inglés) de la policía de Nueva York contra el Campamento de Solidaridad con Gaza de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, cantantes del Resistance Revival Chorus (Coro del Renacimiento de la Resistencia) vinieron a actuar para nosotrxs. De pie, a la luz del sol, bajo un mástil en el que habíamos izado la bandera palestina, cantaron el clásico del gospel negro de Shirley Caesar, «This Joy» (Esta alegría).

«Esta pequeña alegría que tengo», dice la canción, «el mundo no me la dio…el mundo no me la dio, el mundo no me la puede quitar».

El hecho de que se haya filmado a manifestantes de campamentos de solidaridad con Gaza de todo el país cantando esta canción mientras eran arrastradxs por la policía es revelador. Es testimonio de un espíritu al que la violencia estatal, por mucho que lo intente, no puede alcanzar. Este espíritu no surgió con lxs estudiantes. Se nutre de largas historias de resistencia negra e indígena en este continente; también se inspira profundamente en la resistencia palestina. Al ver a lxs manifestantes sonreír mientras lxs arrastra la policía, vemos ecos de las imágenes de Ahed Tamimi esposada y sonriendo entre guardias armados, o de Walid Daqqah sonriendo y haciendo el signo de la paz mientras se lo llevaban. La activista palestina y música Mariam Afifi, cuando le preguntaron en 2021 por qué sonreía después de haber sido arrestada brutalmente, dijo: «No tenía miedo porque creo que tengo razón».

En el Campamento de Solidaridad con Gaza de la City University of New York, nos reuníamos cada día para leer poesía palestina, impregnada del espíritu de esta resistencia. Este espíritu corría como una corriente de alegría eléctrica por todo el campamento.

Compartimos estas palabras de «What I will» (Lo que haré), de Suheir Hammad (2005):

No prestaré mi nombre
ni mi ritmo a tu compás.
Bailaré
y resistiré y bailaré y
persistiré y bailaré. Este latido es más fuerte que
la muerte. Tu tambor de guerra no suena
más fuerte que esta respiración.

Estas palabras del poema «And we live on…» (Y seguimos viviendo) del Dr. Refaat Alareer (2012):

A pesar de que las aves de la muerte de Israel
Se ciernen a solo dos metros de nuestro aliento
De nuestros sueños y oraciones
Bloqueando sus caminos a Dios.
A pesar de eso.
Soñamos y oramos,
Aferrándonos a la vida aún más fuerte
Cada vez que la vida de un ser querido
Es arrancada a la fuerza.
Vivimos.
Vivimos.
Lo hacemos.

Leímos el poema «The Deluge and the Tree (El diluvio y el árbol)» de Fadwa Tuqan (1988):

Cuando el huracán se arremolinó y esparció su diluvio
de oscura maldad
sobre la buena tierra verde
‘ellos’ se regodearon. Los cielos occidentales
resonaron con relatos alegres:
«¡El Árbol ha caído!
¡El gran tronco está destrozado! ¡El huracán no deja vida en el Árbol!”
¿Realmente había caído el Árbol?
¡Nunca! No con nuestros arroyos rojos fluyendo eternamente,
no mientras el vino de nuestras ramas espinosas
alimentaba las raíces sedientas,
raíces árabes vivas
haciendo túneles profundos, profundos, ¡en la tierra!
Cuando el Árbol se levante, las ramas
florecerán verdes y frescas al sol
la risa del Árbol dará hojas
bajo el sol
y los pájaros volverán
Sin duda, los pájaros volverán.
Los pájaros volverán.

Y estas palabras de “Resist, my people, resist them.”(Resiste, pueblo mío, resístelos) de Dareen Tatour (2015):

Resiste, pueblo mío, resístelos.
Resiste la embestida del colonialista.
No hagas caso de sus agentes entre nosotros
Que nos encadenan con la ilusión pacífica.
No temas a las lenguas dudosas;
La verdad en tu corazón es más fuerte,
Mientras resistas en una tierra
Que ha vivido ataques y victorias.

Tatour pasó más de dos años en prisión y bajo arresto domiciliario por el «delito» de escribir este poema. Suheir Hammad, cuya familia fue expulsada de Palestina, sigue luchando por su derecho a regresar. Fadwa Tuqan murió en 2003, en plena Intifada de Al Aqsa, mientras su ciudad natal, Naplusa, estaba sitiada. El Dr. Refaat Alareer fue asesinado el 6 de diciembre de 2023 por las fuerzas de ocupación israelíes.

Sin embargo, ninguna violencia estatal puede sofocar el espíritu de estxs poetas, el espíritu de Palestina, que lleva décadas inspirando la resistencia en este continente.

Cuando, el 21 de agosto de 1971, el revolucionario Pantera Negra George Jackson apareció muerto en su celda, asesinado por los guardias de la prisión de San Quintín, llevaba consigo una copia manuscrita del poema «Enemy of the sun» (Enemigo del Sol) del poeta palestino Samih al-Qasim. Un fragmento del poema dice así:

Puedes tomar la última franja de mi tierra,
Alimentar a mi juventud en las celdas de la prisión.
Puedes saquear mi patrimonio.
Puedes quemar mis libros, mis poemas,
O alimentar los perros con mi carne.
Puedes extender una red de terror
Sobre los tejados de mi pueblo,
Oh enemigo del sol,
Pero
No transigiré
Y hasta el último pulso de mis venas
Resistiré.

A Jackson se le atribuyó la autoría del poema en el periódico de las Panteras Negras, un «error» que más tarde fue aclamado como una revelación, ya que hablaba del profundo entrelazamiento de las luchas de liberación negra y palestina, una solidaridad que ninguna violencia estatal podía suprimir.

Lo que no entienden

Por lo tanto, los presidentes de las universidades, los políticos y la policía no entienden dos cosas sobre los Campamentos de Solidaridad con Gaza. Primero, en su afán por encontrar nuevas formas de intimidarnos, demuestran no entender que a lxs manifestantes les importa más Gaza que cualquier cosa que lxs políticxs cobardes y las administraciones universitarias nos puedan quitar. Nerdeen Kiswani, que habló el primer día del Campamento de Solidaridad con Gaza de la CUNY, habló en nombre de todxs nosotrxs cuando dijo: «Nos dicen que estamos destruyendo nuestras oportunidades laborales, nuestras carreras futuras. Pero no queremos un futuro que permita el genocidio. No hay futuro sin Gaza».

Pero hay algo más que la pandilla de periodistas y políticxos preocupadxs, que se preguntan: «¡Por qué lxs estudiantes!, ¿por qué ahora!”, no logran entender: no comprenden de dónde proviene nuestro compromiso con Gaza. No entienden que la energía de los Campamentos de Solidaridad con Gaza no es nueva; no estalló de la nada. No la inventaron lxs estudiantes, sino que la heredaron de cientos de años de feroz resistencia anticolonial, incluyendo este continente, y de un siglo de lucha por la liberación de Palestina. Nuestra firmeza es un testimonio de la firmeza del pueblo palestino, de un pueblo que puede decir con dignidad inquebrantable: «No tuve miedo porque sé que tengo razón». Es una respuesta al llamamiento de Tatour a «¡resistir, pueblo mío!», donde «pueblo mío» se refracta a través del grito «¡Por miles, por millones, todos somos el pueblo palestino!»

Y no va a ninguna parte. Todas las miradas puestas en Rafah.

Autor/a: Britt Munro

Traducción: Orlando Abreu Rojas, Ana Vanoli and ProZ Pro Bono

Foto: Luigi W. Morris vía Mondoweiss

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