Una república democrática no vendrá de ninguna potencia imperialista, ni de EU ni de la Unión Europea.
Mientras nosotros tratamos simplemente de mantener nuestras casas calientes y nuestras estufas encendidas, las bombas estallan por toda Turquía y la región en general. Primero, una bomba en Taksim, después bombardeos turcos de ciudades sirias y, a continuación, ciudades iraquíes a lo largo de la frontera.
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Estas bombas comparten el mismo objetivo: la destrucción del futuro de la República de Turquía, o mejor dicho, la destrucción de la posibilidad de que la República se transforme en una democracia sustantiva durante su segundo siglo de existencia.
En el momento de su fundación hace 100 años, la República de Turquía no era -por muchas razones- una pizarra en blanco libre de culpa. Ahora no es el momento de debatir estos detalles. La historia es la historia. Pero insistir en los mismos errores, incluso después de 100 años, significa continuar por el camino hacia más guerra y más bombas.
El pueblo kurdo está siendo atacado. La República se ha empeñado en negar la existencia del pueblo kurdo y de su patria. Los bombardeos, las prisiones, las prohibiciones y los exilios no extinguieron a los kurdos ni la cuestión kurda. Este método centenario de guerra étnica es inútil.
Durante milenios, Anatolia y Mesopotamia han sido la cuna de antiguas civilizaciones en las que han coexistido muchas etnias y religiones. Sin embargo, durante 100 años, la política estatal turca se propuso reducir esta diversidad cultural a un monolito. Este planteamiento explica muchos de nuestros problemas actuales. En pocas palabras, el Estado perdió su oportunidad de establecer una República basada en la inclusión y la igualdad para armenios, kurdos, turcos, árabes, circasianos y otros.
Sin embargo, no es el momento de pensar en el pasado. Debemos hacer algo ahora, mientras llueven misiles sobre los kurdos, nuestros conciudadanos y amigos, y otros pueblos que viven cerca de las regiones fronterizas. Nuestra tarea urgente es detener inmediatamente esta violencia.
En los albores del segundo siglo de la República, la oportunidad de lograr una República verdaderamente democrática se ve amenazada por sus propias bombas y misiles.
Como en los periodos anteriores a la Primera y la Segunda Guerras Mundiales, las grandes potencias tienen un ojo puesto en nuestra región. Y no sólo en la región. Un clima de guerra invade el mundo entero.
Por supuesto, a los Estados y empresas imperialistas no les importa el bienestar y la felicidad de los trabajadores de nuestra región. Tampoco les importa la democracia. Lo único que les importa es la extracción de recursos naturales y mano de obra de nuestras tierras.
Si queremos una república democrática, no nos ayudará ninguna potencia imperialista, ni Estados Unidos ni la Unión Europea. Depende de nosotros y de nuestra propia determinación: ¿permitiremos que se perpetúe la guerra de 40 años y el etnonacionalismo de 100 años que sólo nos obliga a soportar más conflictos, racismo y discriminación?
Los misiles disparados con el pretexto de combatir el supuesto terrorismo no beneficiarán a ninguna clase trabajadora. La guerra que se avecina no promete nada más que combustible para la campaña electoral en bloque de Erdoğan/AKP-MHP.
Las políticas de militarismo y odio tanto de la llamada Alianza Popular en el poder como de la Alianza Nacional en la oposición no traerán felicidad, bienestar ni justicia a ninguna parte de la sociedad. No crearán puestos de trabajo ni salarios más altos y justos.
Sin embargo, existe otra alianza: la Alianza Trabajo y Libertad, que incluye al HDP (Partido Democrático de los Pueblos) y a nuestro Partido de Refundación Socialista (SYKP). El único objetivo de nuestra alianza es establecer una república democrática y social, donde los trabajadores y todos aquellos que luchan por la autodeterminación de su pueblo, su identidad y sus propios cuerpos vivan en libertad e igualdad. Y afirmamos que podemos lograr este objetivo. Pero primero, debemos detener a todos aquellos que nos imponen este sistema de guerra permanente, explotación y discriminación.
Si permanecemos inactivos durante la escalada militarista de hoy, mañana caerán bombas sobre nuestros hogares. Mientras se bombardean los hogares kurdos, los hogares turcos no pueden prosperar. Mientras la guerra asola las ciudades kurdas, no puede haber paz en Estambul. Es imposible que haya democracia en Turquía mientras impone el fascismo en el Kurdistán.
No permitiremos que se perpetúe este sistema racista y sexista de guerra, odio y explotación. El SYKP, como uno de los partidos constituyentes del HDP y de la Alianza por el Trabajo y la Libertad, nunca vacilará en la construcción de una república verdaderamente social y democrática.
Foto: Wire
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